Tropezón en el Parque Mitre

Regatas supo aprovechar sus momentos en el partido y se quedó con el primer juego de la Final. Las Remeras se impusieron por 92 a 85 ante las Guerreras y ahora Boca Unidos deberá reencontrarse con su mejor versión de local, para llevar la serie al tercer partido.

Fue un partido en el que no pudo desplegar las virtudes que habitualmente caracterizan a este Boca Unidos. El anfitrión no desaprovechó la oportunidad, se tomó revancha del duelo de fase regular e hizo valer la localía, aprovechando el cierre del primer tiempo y el inicio del complemento para tomar una ventaja significativa, que luego consiguió sostener. 
 
Regatas salió con mucha decisión, con Joaquina Balbis y Ana Laura Martínez como estandartes en ofensiva, mientras que las Aurirrojas se metieron en el duelo con las conversiones de Gisela Maidana, Milagros Díaz y el despliegue de Valeria Miño
 
Ambos contendientes repartieron pérdidas entre errores no forzados y recuperaciones. La intensidad del duelo dió lugar a numerosas imprecisiones que conspiraron contra la propuesta que suelen ofrecer estos equipos. 

Promediando el primer tiempo, las Guerreras lograron ponerse al frente 16 a 20, pero luego las locales remontaron y -tras un ida y vuelta- en los minutos finales Regatas afinó la puntería y aprovechó errores consecutivos en la visita para retirarse al frente 53 a 49. 
 
Los primeros minutos del segundo tiempo, encontraron una buena versión del local, que siguió enchufado en ataque a partir del ingreso de Silvia Coronel y los aportes de Guillermina Blanco; buenas escuderas para Martínez en la gestión de ataque. Por el lado ribereño, no se vió la paciente circulación de pelota que suele abrir espacios para tiros cómodos y cortes a canasta. Este pasaje adverso, le permitió al dueño de casa tomar una ventaja de 17 unidades de máxima. 

No obstante, la rebeldía que caracteriza al elenco de Ramón Miño hizo que el coraje ocupe el lugar del talento para iniciar una remontada que permitió descontar diez puntos, con Juliana Miño oficiando de pivot. Lamentablemente, el Aurirrojo no llegó a su cometido porque tampoco hubo una noche inspirada en defensa, otorgándole al anfitrión recobres que en segunda y tercera opción transformaban en puntos. 

El marcador final fue 92 a 85, con un final infartante, en el cual las ribereñas pudieron haber achicado más el margen, si acertaban en sus últimos intentos. Boca Unidos no perdía un partido desde el 24 de noviembre de 2019, cuando había caído por 68 a 65 ante Hércules, en el triangular desempate que luego derivó en el tricampeonato ribereño. 

Ese será el espejo para las Guerreras, que tendrán algunos días para refrescar conceptos y reencontrarse con la performance que las convirtió en el mejor equipo de la provincia y de la región. La confianza está más firme que nunca. Este tropezón en el Parque Mitre hay que masticarlo hasta transformarlo en la energía para reencausar la serie.

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