Nelson Orlando Cabral fue durante muchos años un ícono de las divisiones formativas de Boca Unidos y desde muy temprana edad empezó a destacarse en la Primera División de la Liga Correntina de Fútbol, donde su aporte goleador fue preponderante para la consecución del Tricampeonato local 2008, 2009 y 2010. En República Aurirroja, charlamos con el delantero correntino para rememorar su huella en la institución.
Por Juampi Riquelme
“Llegué a los 10 años y entrené en Costa Sur, las mejores épocas. Siempre fui delantero, pero llegué a jugar de enganche, volante y hasta de marcador de punta” comentó sobre sus inicios, uno de los proyectos más interesantes que la escuadra sangre y oro cultivó en la primera década de este siglo. Nelson Cabral se destacó desde las categorías infantiles por su notable técnica y eso lo catapultó, con una edad inusual, al primer equipo liguista “Yo debuto en primera contra Sacachispas y salimos campeones con el profe (Oscar) Tatú Gomez, el primer campeonato que subí a primera con 14 años”.
El tramo final del camino formativo en el fútbol es uno de los más difíciles de transitar. El talento es clave y a este atacante le sobraba, la ambición de jugar a nivel nacional con el club que lo vio nacer tampoco faltó: “estuve uno o dos años en la liga correntina, me llevaron al plantel profesional y ahí iba y venía, como era joven, de Corrientes, no pude consolidarme. Después me mantuve, viajé y hasta jugué, pero por cosas de la vida y futbolísticas no llegué” intenta explicar Nelson, algo a lo que muchos seguidores de Boca Unidos nunca le encontraron explicación: ¿Por qué Cabral no pudo afirmarse en el plantel profesional?
No obstante, en este proceso que él mismo reconoció como bastante complejo, tuvo grandes mentores: “Medina, Donatti, Núñez, Galarza fueron los que más me motivaron y me dieron consejos porque era algo nuevo para mí”. No caben dudas, que las palabras y el apoyo de los ídolos aurirrojos calaron hondo y habrán sido un refugio donde resguardarse en las horas más difíciles.
Sobre sus cualidades como jugador, señaló que su trabajo individual resaltaba por el despliegue colectivo: “cuando nosotros teníamos la pelota me tiraba un poco atrás para ayudar al enganche y marcábamos en zona, el equipo trabajaba en conjunto. Me gusta jugar con la pelota y tirarme para atrás”. En ese sentido, su compañero de equipo, Gustavo Ojeda, quien también participó de la nota, agregó que el factor humano era un componente que iba de la mano de lo futbolístico: “Formamos un grupo muy lindo con jugadores muy buenos, de calidad, si no ganábamos el campeonato con ese equipo ya no teníamos que jugar más (risas) porque eran todos buena gente, ahora muchos jugando profesionalmente afuera. Era un equipo muy fuerte, que jugaba bien, teníamos delanteros picantes como Ríos y Benítez, ese año la pasamos muy bien”.
Más allá del notable talento que combinó esta camada multicampeona, los partidos en la cancha había que ganarlos y habían oponentes que se convirtieron en duros escollos: “Textil Mandiyú era el rival al igual que Curupay, tenían jugadores con nombres, siempre estaban ahí peleando el campeonato y nos complicaban, pero teníamos un equipo donde sabíamos que teníamos que ganar”. La juventud del grupo, señalaba Cabral, constituía un factor que los rivales querían usar en contra de aquel elenco: “siempre hablábamos que éramos pibes solo con algunos más grandes y sabíamos que los rivales buscaban el roce, las trompadas, los codazos. Quilmes y Lipton eran de esos equipos que nos intentaban sacar del partido siendo aguerridos”. Sin embargo, al carácter y las cualidades futbolísticas, se le agregaba un apetito de protagonismo que forjó el temple del plantel: “como equipo teníamos nuestros días en el cual uno ponía un poco más y otro un poco menos. Las veces que perdíamos sabíamos que la semana teníamos que trabajar porque estábamos peleando arriba en la tabla para ser punteros”.
Todo proyecto exitoso, se basa en una buena convivencia. Un equipo que supo transmitir felicidad dentro del campo de juego, sentó las bases fuera del verde césped: “Todos éramos bromistas, el chaqueño Seba Maidana era el más pesado de todos. Siempre eran cargadas para bien”. Incluso, el fútbol les brindó la posibilidad de acercarse a otra realidad: “la anécdota que tuvimos fue que en un entrenamiento en el club, nos estaba esperando una combi; nos vestimos y nos fuimos para Chaco. Cuando preguntamos a dónde íbamos nos dijeron a la Unidad Penal 7 de Resistencia. Llegamos y nos empezaron a sacar la ropa, nos asustamos porque éramos chicos, estábamos perseguidos mientras jugábamos porque mirábamos para todos lados. Terminó el partido y todos le dimos la ropa, después volvimos a Corrientes apenas con calzas y ya lo tomamos de otra manera”, destacó Nelson, sobre una experiencia de vida que los marcó profundamente.
Cabral fue el goleador liguista de la temporada 2010, cerró la fase regular con cuatro conquistas frente a San Benito, que le permitieron escalar hasta la cima de la tabla de "romperedes". No obstante, el atacante oriundo del barrio Arazaty destacó que la prioridad estaba lejos de los números: “nunca me puse a pensar en mis goles ni los conté, solo me recuerdo unos pares más lindos, porque pensaba en trabajar para el equipo. La confianza del grupo siempre estuvo, todos trabajábamos juntos, nunca hubo una puteada o un reproche de más y nos alentábamos, se hacía más fácil jugar”. Luego llegarían otro “póker” para superar a Sportivo Corrientes en cuartos de final y un “doblete” para dejar en el camino a Quilmes en la semi, que le permitieron totalizar 16 gritos sagrados en la temporada.
El compañerismo dentro del plantel resultó decisivo para la consecución del objetivo máximo. Allí estuvo la clave para que la rotación de jugadores no afectara la estructura y el funcionamiento del equipo: “obviamente cada jugador quiere jugar, pero nunca tiramos mala onda y defendimos al que le tocaba jugar, con los colores por delante. El que hacía goles bienvenido sea”. Artífice de una de las mayores gestas contemporáneas del Aurirrojo, Nelson Cabral enfatizó en el cierre de la nota que el logro del tricampeonato estuvo por encima de haber sido el máximo anotador del certamen.
Fue artífice de una auténtica gesta, que terminó siendo opacada por el momento que vivía Boca Unidos haciendo sus primeras armas en la B Nacional. Con la humildad que lo caracterizó siempre, uno de los goleadores que supo hacer historia con la camiseta roja y amarilla en la Liga Correntina de Fútbol, recordó con alegría y gratitud los años más felices de su trayectoria deportiva, en el club de sus amores. Escuchá la entrevista completa, en el siguiente enlace:

