Con temple de ñandubay

El Aurirrojo apeló a su mística para revertir la desventaja en el partido de ida, igualar la serie de manera agónica en tiempo reglamentario y llevarse la clasificación a semifinales desde los doce pasos. El conjunto ribereño eliminó a su eterno rival a lo Boca Unidos: gastando hasta la última gota de sudor para remontar la adversidad.

Este domingo, Boca Unidos escribió con tinta dorada otra página de su rica historia en el ámbito local, al consumar una hazaña de ribetes épicos: levantó el 0-2 de la ida, igualó la serie 2-2 en el epílogo del partido de vuelta y consiguió la clasificación a semifinales del Torneo Oficial 2022, al superar 8 a 7  a  Mandiyú en la tanda de penales. 

El juvenil elenco ribereño se abrazó al mandato histórico de no claudicar hasta el final y poniendo el corazón pudo cambiar el curso de la serie. Lo buscó desde el inicio, tratando de generar juego asociado por abajo y sacando a Edgar Villán del área para que los volantes puedan llegar por sorpresa. Así generó un par de posibilidades en las que el arquero Axel Corradini respondió bien, primero tapándole un remate desde el vértice izquierdo del área a Leonel Niz y luego en una entrada por el sector opuesto, que Panchito Esteche no alcanzó a controlar para definir. 

El anfitrión poco pudo ofrecer en ataque durante la primera mitad. Se dedicó más a tratar de neutralizar al Aurirrojo y a enfriar el partido desde lo psicológico, desparramándose en el piso hasta el hartazgo para consumir valioso tiempo de juego, que el juez Federico Encinas no administró como debía (adicionó solo un minuto, cumplida la etapa inicial).

En el complemento, Mandiyú estiró sus líneas y Boca Unidos creció con la solidez de Espíndola y Barrios en el fondo y el quite y la distribución de Schweizer y Ojeda en el medio. 

De una situación similar a la del primer tiempo, en la que Niz remató y Corradini sacó al corner, llegó el primer gol a los 12': Esteche ejecutó el tiro de esquina, el arquero algodonero no la pudo bajar y por detrás de él se elevó Matías Espíndola para clavar de cabeza la primera daga. 

El elenco de Luis Alfonso se envalentonó y el de Mingo Centurión volvió a replegarse, hasta que los bancos entraron en acción. A los 25', Ignacio Méndez vio la roja en el conjunto ribereño pero esto no repercutió en el equipo, que mantuvo la tesitura de atacar. El DT reacomodó la defensa con el ingreso de Santiago Chamorro y adelante puso al misionero Braure y a Juanchi González, para insistir en procura del segundo gol.

Del otro lado, el panorama se complicó con las expulsiones de Darío Ramírez y Mariano Giménez, que habían ingresado como relevos y estuvieron poco tiempo en cancha. A partir de esto, el Aurirrojo arrinconó al Albo y, cuando el reloj marcaba 44', un centro desde la derecha del chaqueño Esteche fue conectado por Agustín Braure, que ganó en las alturas y con potente cabezazo la puso pegada al segundo palo, para inutilizar la estirada de Corradini y enmudecer a la parcialidad algodonera.

Los cinco minutos adicionales transcurrieron sin que se produjera un nuevo quiebre y con la serie empatada hubo que definir al último semifinalista a través de penales. 

Cuando la serie estaba 4 a 3 en favor de Mandiyú, Manuel Barrios Alfonso tuvo la gran chance para su equipo pero estrelló su disparo en el palo (habían convertido Ferrandiz, Rolón Segovia, Romero y Corradini para el Algodonero; Schweizer, Martínez y Braure para los ribereños, mientras que Corradini detuvo el tiro de Esteche). Matías Espíndola volvió a hacerse presente y estiró la serie al "uno y uno".

Se sucedieron las anotaciones de Monzón, Herrera y Lagraña en el anfitrión. Lo propio hicieron Barrios, Chamorro y Falcón. Sin embargo, la balanza se inclinó hacia el Aurirrojo cuando Fideo Martínez contuvo el penal de Esteban Valenzuela y Juanchi González anotó el suyo para desatar la locura de la parcialidad ribereña que estalló en gritos y abrazos. 

Jugadores, dirigentes e hinchas UNIDOS se quedaron cantando largamente por la hazaña que se acababa de consumar. Este grupo de jóvenes se metió en la historia grande del club dando vuelta un cruce complicado y eliminando al mejor equipo de la fase regular. El Aurirrojo vivió un nuevo domingo glorioso ante el eterno rival, dejándolo en el camino gracias a su mística: ese temple de ñandubay con el que el poeta Ciprián Hernández caracterizó a Boca Unidos en el famoso chamamé que se hizo un himno ribereño. ¡Salud a este grupo de muchachos por la heroica gesta que protagonizaron! 

Lipton espera en semifinales y la ilusión está más fuerte que nunca en los corazones aurirrojos

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